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sábado, 30 de julio de 2011

leyenda: la bobina mágica

Había en un castillo lejano, un principito muy holgazán, que no quería estudiar ni hacer nada. Sólo le interesaba jugar. Sus padres los reyes, habían intentado de todo para convencerlo de que asumiera sus responsabilidades reales para el futuro, pero el príncipe los ignoraba completamente.

Una noche, después de recibir un gran sermón sobre su pereza, suspiró tristemente, deseando ser mayor, para poder hacer lo que le viniera en gana.

Se fue a dormir apesadumbrado, y a la mañana siguiente, descubrió sobre su cama, una bobina de hilo de oro. La tomó con curiosidad y la bobina le habló con voz muy débil:

- Trátame con cuidado, príncipe. Mi hilo es mágico, representa toda tu vida. A medida que vaya pasando, el hilo se irá soltando.

El principito estaba completamente asombrado y algo escéptico. La bobina continuó:

- Sé que quieres crecer pronto. Te concedo el don de desenrollar el hilo a tu antojo. Pero te advierto. Todo el hilo que hayas desenrollado, no podrá volverse a ovillar, pues, los días pasados no retornan.

Para convencerse de lo que decía aquella bobina, el príncipe dio un fuerte tirón del hilo, y se convirtió en un apuesto príncipe. Tiró entonces un poco más y se encontró llevando la corona del rey, su padre.

La curiosidad le ganaba y tiró un poquito más.

- Dime bobina. ¿Cómo será mi esposa y mis hijos?

Apareció una joven hermosísima junto a él, y cuatro niños rubios y sonrosados. Sin siquiera disfrutar de lo que había obtenido, dejó que la curiosidad se apoderara de él. Tiró un poco más, para saber cómo serían sus hijos de mayores.

Pero de pronto, vio su imagen reflejada en el espejo. Había frente a él, un anciano decrépito de barba blanca y poco cabello. Sintió mucho miedo, era un viejo y ya le quedaba poco hilo. Su vida estaba llegando a su fin.

Intentó enrollar nuevamente el hilo, pero todos sus esfuerzos fueron inútiles. La vocecita de la bobina volvió a sonar:

- Has desperdiciado tu vida. Ahora comprendes que no pueden recuperarse los días perdidos. Fuiste perezoso, deseabas pasar por la vida, sin molestarte en hacer el trabajo de cada día. Deberás sufrir tu castigo.

El rey entró en pánico, lanzó un terrible grito y murió. Había gastado toda su vida, sin haber logrado hacer nada provechoso.

EL UNICORNIO Y LA LLORONA LAS LEYENDAS MAS POPULARES


domingo, 24 de julio de 2011

lo que encontré hoy

lo que encontré hoy en wikipedia sobre la leyendas

Etimología e historia de la palabra
La palabra leyenda  proviene del verbo latino legere, cuyo significado variaba entre escoger (acepción de la que proviene elegir) y leer.[7] En el latín medieval, se usó el gerundivo de este verbo, legenda, con el significado de (algo) para ser leído cuando el término se aplicaba, sobre todo en el catolicismo, a las hagiografías o biografías de los santos.[8] Es entonces que Santiago de la Vorágine publica su Legenda aurea como un santoral con la vida de unos 180 mártires y santos, de poca precisión histórica y filológica, con etimologías fantásticas y basada en los evangelios canónicos, los apócrifos y en escritos de Agustín de Hipona y Gregorio de Tours, entre otros.[9]
Con la llegada de la Reforma Protestante del siglo XVI el término leyenda cobra su nuevo carácter de narración no histórica. Los protestantes ingleses presentan una nota de contraste entre los santos y mártires "reales" de la reforma, cuyos relatos "auténticos" figuraban en El libro de los mártires de John Foxe, y los fantasiosos relatos de la hagiografía católica.[10] De esta forma, la leyenda gana su connotación moderna de narración indocumentada y espuria. Es muy probable que, en lengua española, la moderna concepción de leyenda y de lo legendario haya sido tomada de estos modelos ingleses, especialmente desde 1850.[11]
Una leyenda, a diferencia de un cuento, está ligada siempre a un elemento preciso y se centra en la integración de este elemento en el mundo cotidiano o la historia de la comunidad a la cual pertenece. Contrariamente al cuento, que se sitúa dentro de un tiempo («Érase una vez...») y un lugar (por ejemplo, en el Castillo de irás y no volverás) convenidos e imaginarios, la leyenda se desarrolla habitualmente en un lugar y un tiempo precisos y reales, aunque aparecen en ellas elementos ficticios (por ejemplo, criaturas fabulosas, como las sirenas).
Como el mito, la leyenda es etiológica, es decir, tiene como tarea esencial dar fundamento y explicación a una determinada cultura. Su elemento central es un rasgo de la realidad (una costumbre o el nombre de un lugar, por ejemplo) cuyo origen se pretende explicar.
Las leyendas se agrupan a menudo en ciclos alrededor de un personaje, como sucede con los ciclos de leyendas en torno al rey Arturo, Robin Hood, el Cid Campeador o Bernardo del Carpio.
Las leyendas contienen casi siempre un núcleo histórico, ampliado en mayor o menor grado con episodios imaginativos. La aparición de los mismos puede depender de motivaciones involuntarias, como errores, malas interpretaciones (la llamada etimología popular, por ejemplo) o exageraciones, o bien de la acción consciente de una o más personas que, por razones interesadas o puramente estéticas, desarrollan el embrión original.
Cuando una leyenda presenta elementos tomados de otras leyendas se habla de «contaminación de la leyenda».

estudiantes de pedagogía infantil